El programador que hizo un sistema operativo para hablar con Dios - La Historia de Terry A. Davies -

 


Terry A. Davies fue uno de los programadores más enigmáticos que este planeta ha conocido, su vida y muerte quedarían plagadas de teorías y misterio. Desde temprana edad demostró tener una afinidad por la programación, afinidad que a mediados de los noventa lo llevaría a conseguir una maestría eléctrica en la Universidad Estatal de Arizona y trabajar durante varios años en TicketMaster como programador de sistemas operativos. A finales de los noventa, varios incidentes de episodios maniáticos, alucinaciones y comportamiento errático lo llevarían a ser hospitalizado y finalmente en 1996 ser diagnosticado con esquizofrenia. Su vida continuaría lastrada por estos episodios mentales, hasta que, viviendo con sus padres y bajo cheques del gobierno, Terry recibió una encomienda de Dios: hacer un sistema operativo. 

A inicios de los 2000, aún bajo el sueldo de TicketMaster, Terry desarrolló las bases para un sistema operativo llamado LoseThos, un sistema operativo básico y rústico, aún para los estándares de la época. En plataformas como Reddit obtuvo un recibimiento positivo como un proyecto interesante y, en palabras de Terry, “Una manera de perder el tiempo programando”. A su vez, publicaba mensajes enigmáticos en foros de ateísmo; criticaba la creencia seguido de secciones enteras de texto que empezaban siempre con la frase “Dios dice...” para continuar con un cúmulo de palabras que parecerían ser elegidas de forma aleatoria. 


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Ejemplo de unas de las entradas en el foro de ateísmo adjudicadas a Terry

En 2008 publicó la primera versión pública del entonces llamado LoseThos en un foro de informática, alardeando de cómo el sistema operativo, desde sus bases como compilador y ensamblador, había sido desarrollado por completo por él solo. Nuevamente el tema pareció interesar a muchos aficionados de la informática, pero con ello se presentaron las primeras quejas. Estas quejas, en cambio, fueron respondidas con aire sobrio de superioridad por parte de Terry, presumiendo haber generado un gran interés y descargas en los últimos días. El problemático comportamiento provocaría el cierre de la conversación al respecto, lo que motivaría varios intentos en redes diferentes y bajo cuentas diferentes de publicidad para su sistema operativo, generando poco o nulo interés. 

Dentro de estas interacciones con la comunidad informática es donde los peculiares detalles del propio sistema interactivo empezarían a cobrar relevancia. En respuestas a comentarios y preguntas, Terry a veces mencionaba a alguien como “Él”, aludiendo a Dios; además declararía que la resolución de 640 x 480 que antes defendía como una decisión técnica era realmente por petición de Dios, junto con una paleta de colores limitada únicamente a 16 de estos “para que los niños pudieran mandarle más fácil dibujos a Dios”. También contaría con una serie de juegos en 3D que probaban lo realmente habilidoso y el esfuerzo invertido al sistema operativo, así como una sección denominada “Biblia e himnos”. 

Imagen hecha por Terry en TempleOS

El sistema operativo volvería a cobrar relevancia luego de una amplia y dura crítica realizada por un usuario en un foro, lo que seguiría con varias actualizaciones al sistema operativo; incluido su nombre, pasaría a ser conocido como SparrowOS hasta que finalmente adoptaría su nombre final y más reconocido: TempleOS. Esta versión contendría un programa llamado After Egypt, un programa que simulaba diferentes historias bíblicas pero con la particularidad de servir también a manera de oráculo, o “Ouija”, como Terry lo describiría, que consistía, mediante números aleatorios, en redactar mensajes crípticos que, según él, consistían en el mensaje de Dios. Al obtener resultados indescifrables, usualmente culpaba la naturaleza de la pregunta. En una entrada de su blog Terry escribiría lo siguiente 

“-----09/13/13 10:19:30---- 

Yo soy el programador elegido por Dios. Él me ha dotado de intelecto divino, como a los autores de la Biblia. No existe código que yo no haya escrito. Nunca se ejecuta código que yo no haya escrito. Soy el mejor programador del planeta. Escribí un compilador de 64 bits, ensamblador, kernel, depurador, gestor de arranque, librería gráfica, editor gráfico, editor de texto, herramientas como grep y un montón de demostraciones, incluyendo un juego de disparos en primera persona y un simulador de vuelo. 

Soy el mejor programador del planeta — por eso Dios me eligió, y eso debería ayudarte a entender. Hay dos tipos de programadores: los que han escrito compiladores y los que no. Lo que para ti suena imposible, para mí no lo es.” 

Terry A. Davies encarna una de esas figuras difíciles de encasillar: por un lado, un prodigio técnico capaz de concebir y ejecutar, prácticamente en solitario, un sistema operativo completo; por otro, una persona atravesada por una enfermedad mental que marcó tanto su conducta pública como la interpretación de su obra. TempleOS y sus predecesores no son sólo curiosidades: son el testimonio de una destreza poco común en programación y, simultáneamente, un espejo de la fragilidad humana cuando talento y padecimiento convergen. 

La recepción comunitaria, entre la admiración por la hazaña técnica y la incomodidad ante sus mensajes y actitudes, subraya cómo la tecnología puede elevar y exponer a quien la crea. Más allá del sensacionalismo, el legado de Davies invita a una lectura matizada: valorar el logro técnico sin romantizar el sufrimiento y reconocer que la creatividad informática puede surgir en contextos personales complejos. 

Recordar a Terry con honestidad implica celebrar su capacidad única para construir desde cero y, al mismo tiempo, reconocer la necesidad de empatía y de mejores apoyos para quienes viven con enfermedades mentales. TempleOS perdura como artefacto imperfecto pero único, que nos obliga a pensar en la intersección entre genio, soledad y responsabilidad colectiva. Davies moriría en el año 2018. Sin embargo, su legado en la página de TempleOS (https://templeos.org) perdura y aún recibe donaciones a petición de su familiar para fundaciones a favor de la salud mental. 

Escrito por: Juan-Fer Menéndez 

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